(Javier Espada Valenzuela) [1].- Después de la publicación de la circular No. 170/2013 emitida por la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) que reglamenta la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en las Entidades de Intermediación Financiera de Bolivia, surgieron varias discusiones acerca de su alcance, pertinencia y complejidad.
En mi anterior artículo “Balance Social: ¿Realidad o Mito?”, aclaraba conceptos que fueron malinterpretados o confundidos. Una de las dudas recurrentes es la metodología que se debería usar para la confección de los Balances Sociales, adecuada a nuestro contexto. En esa tarea por descubrir la respuesta, posiblemente muchos lectores han escuchado acerca del GRI, ¿pero qué significa?
Comencemos diciendo que la Iniciativa de Reporte Global o Global Reporting Initiative (GRI por su sigla en inglés) es una institución holandesa independiente que creó el primer estándar mundial para la elaboración de Balances Sociales para aquellas organizaciones que deseaban evaluar su desempeño económico, social y ambiental. En el mundo anglosajón la forma en que las empresas comunican su desempeño es a través de las memorias institucionales. En la escuela europea esta tendencia fue mejorada con los Balances Sociales, ya que no solo se da énfasis en lo económico como ocurre con las memorias institucionales, sino que se da una visión más integral de la organización informando a sus grupos de interés acerca de sus impactos sociales y ambientales, sean positivos o negativos.
El GRI fue elaborando guías de estandarización hasta llegar a la versión 3.1 que es la más utilizada en los últimos tiempos. En Bolivia muchas organizaciones ya se encontraban utilizando esta metodología mucho antes de la publicación de la circular 170 de ASFI y por ello, surgió la preocupación de si podrían seguir utilizando este mecanismo de reporte u otro. Al respecto, ASFI ha aclarado que mientras no exista una guía nacional de indicadores de medición de la RSE, es permitido seguir usando estándares internacionales.
Ahora, si uno realiza un análisis de la Guía GRI 3.1 podrá encontrar que muchos de sus indicadores son aplicables a nuestra realidad y otros no tanto. Sin embargo; nuestro nivel de madurez de la RSE en cuanto a Balances Sociales sigue siendo muy básico, por un lado el deber de rendir cuentas a la sociedad por parte de las organizaciones es casi nulo y por otro la obligación de la sociedad de pedir la rendición de cuentas a las organizaciones demuestra que todavía no sabemos exigir mayor información para tomar una decisión responsable a momento de elegir uno u otro producto. El Balance Social debe entenderse como un primer paso de la organización por formalizar sus acciones de RSE a través de su medición. Si algo no se puede medir, pues se debe tomar la decisión de seguir haciéndolo o no. Un profesor mí decía: “Solo se controla lo que se puede medir”.
Considero que todavía tenemos un largo camino que recorrer y que este año otorgará una línea base para otras organizaciones que, aún sin ser obligadas por un ente regulador, podrían comenzar a hacer el ejercicio de brindar mayor información a la sociedad acerca de su naturaleza y filosofía institucional a través de iniciativas y buenas prácticas de RSE.
[1] Asesor experto en Responsabilidad Social Empresarial en el Estado Plurinacional de Bolivia