La Región.- En dos meses ‘La Senda Verde’ recibió cinco monos aulladores, 14 individuos de diferentes especies, dos osos hormigueros y cuatro felinos. Todos son víctimas de maltrato.
Entre noviembre y lo que va de enero de este año, el refugio de vida silvestre Senda Verde recibió más de 25 nuevos animales víctimas de diferentes tipos de maltrato. La situación preocupa a los responsables, porque para atenderlos se requiere nuevas construcciones, más personal y mayor cantidad de alimentos.
Vicky Ossio, cofundadora del santuario ubicado en Yolosa (Nor Yungas de La Paz), detalló que entre noviembre del año pasado y el fin de semana reciente, llegaron: cinco monos aulladores (cuatro de ellos bebés y el quinto con la cola cortada), 14 individuos de diferentes especies procedentes de Oruro, dos osos hormigueros, cuatro felinos y otro animal procedente de Chimoré.
Todos estos seres tienen historias muy dolorosas, ya que son víctimas de tráfico de fauna silvestre. Esto último también preocupa y requiere otro tipo de investigación, ya que llama la atención el incremento de decomisos.
Necesidades
La llegada de nuevos huéspedes al refugio implica la ampliación de espacios, muchas veces la contratación de nuevo personal que los atienda, pero sobre todo, más alimentos.
Hace algunas semanas, por ejemplo, “Misha” y “Hernán” fueron trasladados a su nuevo hogar. Estos jaguares estaban en el Centro de Acogida Temporal (CAT) de la Gobernación de Santa Cruz y ahora se encuentran en recintos de manejo, a la espera de que se construya un espacio más grande. “Están bastante tranquilos, se han adecuado bien, rodeados de naturaleza”, dice Ossio.
Aunque mucha gente que visita el santuario espera verlos, es necesario tener en cuenta que este no es un lugar de exhibición de animales. Todos ellos tienen historias muy duras detrás, lo que hace que los responsables busquen su tranquilidad ante todo.
Por ejemplo, “Misha” fue rescatada cuando apenas era una cachorra. Estaba en un lugar sucio y a su lado se podía ver a su madre disecada. Tanto ella como “Hernán” estuvieron durante unos años en el CAT de Santa Cruz, mientras se recuperaban física y emocionalmente, aunque nunca más podrán confiar en el ser humano.
Esa también es la razón para que “Ajayu”, un oso jucumari, nunca pueda ser visto por los visitantes. “Su tranquilidad está ante todo”, dice Ossio, en alusión a que sufrió tanto, que prefieren tenerlo en un lugar donde solo esté en contacto con la naturaleza.
Cifras y ayuda
Si bien muchas veces estas especies llegan derivadas de las Gobernaciones o Alcaldías, es La Senda Verde la que busca recursos para su manutención. En el caso de los felinos, necesitan jaulas de manejo con la seguridad debida, ya que son de extrema peligrosidad, por ejemplo. Pero además, eso implica subir el consumo de carne, principal alimento de esta especie.
“Solo con los dos jaguares, estamos hablando de cinco kilos más de carne por día. En cifras, eso significa como 520 dólares más por mes”, explica la responsable.
Además de “Misha” y “Hernán”, estos días llegaron un gato montés recién nacido, procedente de Coripata (Yungas de La Paz) y un magray o tigrillo macho de Santa Cruz. “Y las llamadas para decir que hay aves, tortugas, boas, son todos los días”, lamenta.
La otra búsqueda
Si bien la preocupación más grande en los refugios es la manera de atender mejor a los animales, la otra gran interrogante es por qué se están dando estos casos de tráfico de fauna.
Entre otras explicaciones posibles, tras los incendios en la Chiquitania cruceña se denunció la caza furtiva de animales que escapaban del fuego. Varios de ellos, como las parabas o loros, fueron capturados para tenerlos como mascotas. Similar situación se denunció con venados y otros que caían en manos de depredadores.
Para Ossio está también el hecho que durante los conflictos de octubre y noviembre, mucha gente estaba pendiente de la situación política. Esto pudo ser aprovechado por personas que lucran con el comercio de fauna silvestre.
Si bien la preocupación más grande en los refugios es la manera de atender mejor a los animales, la otra gran interrogante es por qué se están dando estos casos de tráfico de fauna.
Entre otras explicaciones posibles, tras los incendios en la Chiquitania cruceña se denunció la caza furtiva de animales que escapaban del fuego. Varios de ellos, como las parabas o loros, fueron capturados para tenerlos como mascotas. Similar situación se denunció con venados y otros que caían en manos de depredadores.
Para Ossio está también el hecho que durante los conflictos de octubre y noviembre, mucha gente estaba pendiente de la situación política. Esto pudo ser aprovechado por personas que lucran con el comercio de fauna silvestre.
Fuente: La Región