Si bien el Covid-19 nos obligó a realizar inesperados cambios en nuestros habituales modelos de gestión como una forma de fortalecer resiliencia, la Responsabilidad Social Empresarial – RSE, no podía estar ajena a semejante acontecimiento.
En un contexto como el actual está por demás demostrado que la empresa debe renovar su propósito, que la ética debe preceder a la ciencia, a la política y al poder, y, en momentos como este la Responsabilidad Social Empresarial – RSE, debe bañarse de disrupción e innovaciones ágiles y poder dar su aporte a sectores estratégicos, en especial a los sectores más vulnerables, pues ellos son golpeados de manera desproporcional.
El Covid-19 nos mostró la baja resiliencia de empresas e instituciones; ellas no fueron diseñadas para resistir eventos extremos, pero hubieron empresas que nos demostraron, -las que supieron reaccionar a tiempo-, que si es posible hacerlo, que existe posibilidad de navegar en mar bravío, reponerse y salir fortalecidas; las que no reaccionaron a tiempo quedaron sumergidas y perecieron, leer contextos y ser Resilientes es uno de los principales aprendizajes que nos deja el 2020.
Es importante tener claro que el Covid-19 es parte del cambio climático, y en ese baño de humildad que recibimos de él y de mostrarnos que todos somos igual de vulnerables, debemos tener la capacidad de entender que nuestro futuro depende de cómo estamos concibiendo lo que nos sucedió el 2020 y la capacidad de rescatar aprendizajes; en ese marco urge actualizar programas de RSE y responder al contexto construyendo futuro.
Aprender por ejemplo que la era del propósito, nos obliga a repensar para que fue creada la empresa; entender que el paradigma del éxito (poder y acumulación) ya cumplió su ciclo y que hoy debemos apostar por nuevos, como el paradigma del cuidado que propone regenerar daños pasados y prever daños futuros; aprendimos que la empresa es parte de una comunidad y que ser ciudadano corporativo puede incrementar nuestra resiliencia, también aprendimos la importancia de la empatía y colaboración, la necesidad de cuidar de sí mismos, cuidar de los cercanos, los lejanos, a los extraños, pero fundamentalmente la necesidad de realizar transacciones ganar-ganar que es la esencia misma de la responsabilidad social empresarial. Reducir externalidades negativas e incrementar las positivas es el desafío.
Es fundamental cuidar a las organizaciones y a las empresas, es importante avanzar de la economía de los números a la economía del bienestar, apostar por la agricultura regenerativa, entender que un ítem de personal de salud vale más de 100 kms. de asfalto, que una Ivermectina en casa hoy puede ser más importante que una cochera llena de automóviles.
Así como nadie puede dudar de nuestra riqueza en recursos naturales y biodiversidad, nadie puede hacerlo respecto a su deterioro; lo ocurrido en Sucre el día de ayer es otra muestra de los diferentes eventos climáticos que se avecinan, por eso la importancia de la resiliencia, por eso la necesidad de entender que el principal bien público que debemos proteger es nuestro PLANETA, pues en él se encuentran todas las formas de vida y nosotros estamos en la lista de los más vulnerables.
Tarija, 06 de Enero 2021.-
Heiver Andrade Franco
Director Fundación AMIGARSE