Muhammad Yunus es un optimista como hay pocos. Y la pandemia no ha minado su visión esperanzadora de la vida, pese a las críticas que recibió en los últimos años.
El nobel de la Paz del 2006, impulsor y creador de una de las herramientas más conocidas universalmente (y a la vez cuestionadas) para combatir la pobreza —los microcréditos o pequeños préstamos a los más vulnerables, una iniciativa que materializó en el Banco Grameen hace casi 40 años— cree que el coronavirus nos ha llevado a un abismo necesario para «cambiar el mundo y no volver atrás».
El «banquero de los pobres» dice que necesitamos un nuevo sistema económico alejado del capitalismo que convierta el altruismo en una fuerza creativa más poderosa que el interés propio en el que se fundamenta nuestro sistema actual.
Más allá de su controvertido sistema de microfinanzas, el economista bangladeshí cree que debemos aspirar a un mundo de tres ceros: una economía de pobreza cero, desempleo cero y cero emisiones netas de carbono. Solo así, dice Yunus, lograremos «un sistema emergente que pueda salvar la humanidad y el planeta».
Pero ¿cuán factible es ese nuevo modelo económico y cómo se desenvuelve en el marco de la crisis provocada por la pandemia, que algunos vaticinan como una de las peores de la historia?
Cada crisis es una oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos, nuestras capacidades y creatividad, y al mismo tiempo un reto.
La pandemia ha frenado la maquinaria económica y ha surgido una enorme cantidad de acciones e iniciativas para volver a la situación prepandémica, a la economía de antes . No nos gusta lo que está pasando y nos sentimos ansiosos por volver. Pero la pregunta es: ¿por qué estamos tan deseosos de regresar a esa economía? Yo no quisiera volver a ella.
Creo que venimos de un sistema terrible y que el coronavirus, de cierta manera, nos ha salvado de ello porque ha detenido la maquinaria. Eso puede favorecer, entre otras cosas, la lucha contra el calentamiento global, que es urgente porque cada vez nos queda menos tiempo y, de hecho, ya ha empezado la cuenta atrás.
¿Por qué querríamos regresar a un mundo que destruiremos en pocos años? Es suicida, un tren a punto de descarrilar.
Fuente: El Día.