Queperí al horno, rapi al jugo, picante de pollo, picante de lengua, majadito batido de charque, son algunas de sus especialdades. Teresita se ha ido haciendo conocida y hoy se enorgullece de que clientes que no la conocen la contraten por Facebook y le depositen la mitad del costo de la comida sin ninguna pregunta.
Hace ocho años, Teresita Moro necesitaba trabajar. Era madre de familia, con dos niñas que cuidar. Para ayudarla, su hermano le pidió que preparara un bufete para 15 personas. Así comenzó B&R Gourmet, “con dos ollas de barro, dos platos, una jarra y muchos tuppers, incluso algunos que me habían regalado como propaganda”, cuenta Teresita. Pese a ello, la comida era rica y los comensales quedaron contentos. Uno de ellos incluso le hizo un segundo pedido: un bufete típico para 20 personas. Teresita no sabía qué ofrecer dentro de este concepto.
“Armamos en mi casa un menú típico: queperí al horno, rapi al jugo, picante de pollo, picante de lengua, majadito batido de charque”, explica.
Algunos de estos platos se repiten en los bufetes criollos de otras partes del país, pero, por la forma de prepararlo, este era indudablemente camba. “Mi suegra, que es de Tupiza, me dijo que el picante de pollo va con picante amarillo, pero en Santa Cruz se hace con picante rojo”, ejemplifica Teresita. En este primer bufete, esta esforzada y excelente cocinera fijó los acompañamientos que seguirían estando incluidos en su bufete hasta ahora: arroz blanco, yuca cocida, papa, plátano, huevo, chuño con maní y con queso, tres diferentes ensaladas.
No sabía cuánto cobrar, así que se dio una vuelta por los restaurantes más emblemáticos de comida cruceña para poder decidir un precio. 45 bolivianos por persona. Hoy, este precio también incluye, como cortesía, un refresco: chicha o mocochinchi.
Otra vez sus comensales quedaron satisfechos. Uno de ellos le preguntó si sabía cocinar patasca. Teresita respondió que sí, lo que era mentira. Solo que necesitaba mucho trabajar. Este señor le pidió que preparara patasca para cien personas en dos días. Aunque no se crea, Teresita aceptó. Muerta de miedo, le propuso a una amiga que cocinaba este plato muy bien que le enseñara y fueran a medias en el negocio. Pese a que le daba asco lavar las cabezas de chancho que son parte de esta preparación, se esforzó en preparar la mejor patasca. Lo hizo justo a tiempo. Tras el almuerzo, una comensal se le acercó y le dijo: “Nunca había probado una patasca tan rica en mi vida”.
Desde entonces, Teresita se ha ido haciendo conocida y hoy se enorgullece de que clientes que no la conocen la contraten por Facebook y le depositen la mitad del costo de la comida sin ninguna pregunta. Y es que las referencias del “boca a boca” la respaldan. Su comida es rica y su atención, puntual.
B&R Gourmet ha atendido todos los eventos sociales imaginables: matrimonios, bautizos, incluso velorios y “fin de año” y, por supuesto, cumpleaños. Estos eventos han ocurrido en todos los barrios de Santa Cruz y también en quintas en las afueras. Y se han realizado en todas las fiestas del calendario: navidad, año nuevo, carnavales, etcétera. Todo este sacrificado trabajo, sin vacaciones, lo ha realizado Teresita con ayuda de sus hijas, cuyas iniciales están en el nombre del emprendimiento, que es uno de los 15 finalistas del concurso Emprende Ideas en Gastronomía que organiza la Fundación Samuel Doria Medina. Teresita trabaja por sus hija, para darles lo más posible, y también con ellas, que la apoyan en todo.
El concurso busca premiar a los mejores emprendimientos que transformen alimentos nacionales. Uno de sus requisitos es la preparación de un plato que será degustado por los jueces. Teresita Moro piensa preparar un majadito de charque batido y queperí al horno. Cuando le preguntamos qué de especial le pondrá, responde “Mi sazón, el mejor sabor, que es resultado del amor cuando cocino”.
Teresita sueña con tener un restaurante, poder contratar gente y lograr que su marca sea reconocida. Piensa en un lugar con un gran patio donde se recreen los “juegos de nuestros padres”, como las carreras con gangochos y la tinaja con petos, juegos que se ha ido perdiendo y que combinarían muy bien con los sabores de su comida, que son los de la infancia, los de mamá. Si ganara uno de los premios del concurso, daría un paso en la dirección de un restaurante propio comprando una cocina industrial y mejorando la infraestructura en la que trabaja actualmente.