La imagen es impactante. Centenares de fardos con miles de botellas de plástico comprimidas esperan a ser tratadas en la planta de Empacar en Santa Cruz. Los envases que llegan se convertirán en materia prima para nuevas botellas, en un ejemplo tangible de economía circular.
Journey recorrió la planta, ubicada en el parque Industrial de Santa Cruz, donde cada mes llegan 1.000 toneladas de botellas plásticas. Tras un meticuloso proceso, Empacar logra convertir lo que para muchos son desechos, en nuevas botellas que vuelven al mercado. El proceso al que son sometidos los envases se conoce como bottle to bottle (B2B, de botella a botella), que refiere a la renovación del ciclo de vida de los envases reciclados.
Las botellas PET que llegan a Empacar pasan por tres etapas: el lavado, el triturado para generar escamas u hojuelas que son diferenciadas por color, y el moldeado. En esta última fase, el plástico es sometido a 300ºC para ser transformado en resina PET; es decir, en pequeños gránulos que posteriormente son esterilizados. Por último, la resina reciclada se mezcla con resina virgen para producir las preformas -pequeños recipientes con forma de tubo de ensayo- que son soplados para darle, finalmente, la forma de la botella. Este ciclo se puede repetir infinitamente, lo que convierte al trabajo de Empacar en un modelo de economía circular.
Coca-Cola es cliente y, además, un aliado de Empacar. Juntos desarrollaron las primeras botellas B2B de Bolivia, marcando un hito en 2017 al presentar al mercado boliviano, envases con 30% de resina reciclada. Se prevé que para 2020 esta cifra aumente a 50 por ciento. La Compañía compra las preformas y la etapa de soplado se realiza directamente en sus plantas embotelladoras (Embol y Nudelpa).
Además de botellas PET para el empaque de bebidas, Empacar produce otros productos a partir de plástico reciclado: canastillos, baldes, recipientes de polietileno de alta densidad, entre otros. Según comenta a Journey Carlos Limpias, Gerente General de Empacar, la industria del reciclado ha ganado un espacio importante en el mercado boliviano desde 2008: “El mercado está creciendo, renovándose, cada vez van saliendo productos innovadores, más amigables con el medioambiente y la demanda por estos ellos aumenta cada día.
Reducción del plástico hasta llegar a la botella Ecoflex
El vínculo entre Empacar y Coca-Cola se profundizó cuando desarrollaron en conjunto, en el año 2018, la botella Ecoflex, que se comercializa en Bolivia en la presentación de 600 ml de Vital. Este envase es elaborado con resina PET-PCR boliviana y disminuye el gramaje de cada envase de 20,6 gramos a 16,2 gramos, lo que permite que sean botellas más ligeras y por lo tanto, más fáciles de reciclar.
“Nosotros participamos en el desarrollo de la resina PET-PCR con la que se fabrica la botella Ecoflex. Es una de las variables más importantes del proceso ya que las resinas no sólo deben tener la calidad de grado alimenticio sino también características físico-químicas aptas para el soplado e inyección de las preformas. Las muestras de las resinas fueron hechas por Empacar y validadas internacionalmente”, explicó Javier Espinoza, Sub Gerente Inyección PET / Soplado y Tapas.
Las botellas Ecoflex tienen aligeramiento de peso en mayor escala. Es una botella mucho más flexible y delgada. El Sistema Coca-Cola de Bolivia, en el marco de su compromiso global de vivir en Un Mundo Sin Residuos, se propone recolectar y reciclar el 100% de los envases puestos en el mercado para el 2030. Esta innovación contribuye a la reducción del uso de plástico y facilita el proceso de reciclado.
Fuente: Journey Bolivia