¿RSE? ¿Qué es eso? Si se pregunta qué es la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), incluso entre el público empresarial informado, la respuesta más frecuente es que tal concepto no es conocido y menos aplicado en la gestión de las compañías. Y la falta de información sobre la RSE era mayor a mediados de 2005, cuando ingresó al ámbito corporativo nacional, escribio el periodista y editor del diario Página Siete, Marco Zelaya, en un artículo publicado el 14 de mayo.
El artículo incluye una entrevista al director de la Corporación Boliviana de Responsabilidad Social Empresarial (Coborse) en la que destaca aspectos que muestran los avances en Bolivia.
El artículo da cuenta que “es frecuente que las compañías confundan la RSE con la filantropía o el marketing social, pero no es lo mismo. La RSE no consiste en regalar, por ejemplo, canchas de fútbol, pelotas y camisetas, sino que, de acuerdo con los expertos, se trata de un modelo de gestión o administración que debe ser incorporado, como expresan los especialistas, en el ADN de la compañía. Es decir, en lo que hace a diario en medio de la comunidad en la cual desarrolla sus actividades.
Según la definición canónica del Instituto Ethos de Brasil –el principal centro difusor de la RSE en América Latina-, esta “forma de gestión está definida por la relación ética y transparente de la empresa con todos los públicos con los cuales se relaciona, y por el establecimiento de metas empresariales compatibles con el desarrollo sustentable de la sociedad, preservando recursos ambientales y culturales para las futuras generaciones, respetando la diversidad y promoviendo la reducción de las desigualdades sociales”.
La RSE, como advierte Ethos y otros organismos especializados, no consiste precisamente en crear una oficina que ejecute, incluso con un adecuado presupuesto, obras sociales para proyectar a la compañía en su medio, sino en gestionar el negocio bajo la filosofía de integrarse plenamente al entorno social, de tal modo que sus actividades sean valoradas por sus partes interesadas o públicos de interés (stakeholders). La RSE, ¿se aplica en el país? Hoy, con más frecuencia que antes, se difunden los resultados de políticas de este modelo de gestión que aplican, por ejemp
lo, Soboce, mediante la organización de los llamados Centros de Innovación Tecnológica (CITE) en diferentes capitales, y otras compañías. Pero la institución que puede dar adecuada cuenta de la evolución de la RSE en Bolivia es la Corporación Boliviana de Responsabilidad Social Empresarial (Coborse), que no sólo impulsó los primeros pasos de esta forma de efectuar negocios, sino que ahora presencia la llegada de la RSE a las políticas públicas. Algo impensable hace algunos años.
Los inicios Como todo lo que comienza, el primer tramo de la historia de la RSE en Bolivia, en 2005, estuvo sembrado de dificultades, como asegura el director Ejecutivo de la Coborse, Álvaro Bazán. “Uno de los hitos más importantes fue la decisión de la fundación Avina de promover la RSE en Bolivia; ya lo habían hecho en otros países, como Argentina y Brasil, pues resolvieron hacerlo en toda América Latina”, afirma Bazán.
En esta primera fase, también el PNUD se comprometió en esa difícil tarea. ¿Cómo posicionar un nuevo modelo de gestión desconocido? “Al principio, el término (RSE) en sí mismo era desconocido para la mayoría de la gente y ni qué decir de las empresas; íbamos a las empresas y les decíamos que impulsábamos la RSE y la gente decía ‘muy bien, pero ¿de qué se trata?”, rememora Bazán.
La estrategia que se aplicó fue profundizar en los conocimientos de RSE, mediante un cercano contacto, gracias a Avina, con las experiencias en Brasil y Argentina; simultáneamente, se creó una red de instituciones, en la cual participaban, por ejemplo, la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” y la petrolera Repsol, entre otras empresas, que se comprometieron a impulsar la RSE en Bolivia.
En todo ese proceso, jugó un rol esencial, explica Bazán, el Instituto Ethos de Brasil, que entonces tenía un presupuesto anual de ocho millones de dólares. Por tal razón, la Coborse promovió visitas de empresas, ejecutivos y periodistas a la sede de Ethos, en Brasil, para que se profundizara sobre el nuevo modelo de gestión.
En un siguiente y fundamental paso, se inició la etapa de producir contenidos locales de RSE y también a adaptar manuales de gestión empresarial producidos por la brasileña Ethos. Entre los documentos, figuran, por ejemplo, un estudio sobre el contenido de RSE en los medios de comunicación o una evaluación sobre la aplicación de este modelo administrativo en instituciones microfinancieras, entre otros.
“Como cualquier empresa entiende esto como procesos de gestión, tenías que transformar el lenguaje de la RSE en manuales de gestión para la compañía. Además, en esa época fuimos muy prolíficos en hacer talleres y encuentros, pues la gente estaba interesada y tenía mucha disponibilidad para asistir a ellos; hicimos muchos seminarios en Santa Cruz y La Paz, entre otras ciudades”, afirma Bazán.
Sin embargo, en 2006 el trabajo de promover la RSE se estancó, debido a la crisis internacional. Además, las empresas financiadoras consideraban que ya habían efectuado todo lo necesario para el impulso inicial y que el resto dependía de las compañías locales. Cuando la Coborse comenzaba a naufragar por falta de recursos, la fundación Kellogg le dio un soporte financiero para cuatro años, lo cual contribuyó a prolongar sus actividades.
La llegada de Evo
En 2006, asumió el poder el actual presidente Evo Morales y las empresas, instintivamente, comenzaron a preocuparse, a causa de la orientación política del nuevo Gobierno, por su “fachada social” y por ejecutar programas filantrópicos y de marketing social.
“Pero era como un retroceso, porque no era que se veían a sí mismas como socialmente responsables, gestionando las empresas bajo esos principios, sino que era como una autodefensa con respecto a lo que podía hacer Evo contra las empresas, como por ejemplo nacionalizarlas”, asegura Bazán.
Sin embargo, este acercamiento terminó cuando el empresariado se convenció de que el Poder Ejecutivo sólo estaba interesado en estatizar las grandes compañías que fueron capitalizadas durante la primera administración de Gonzalo Sánchez de Lozada, entre 1993 y 1997.
Casi paralelamente se crean instituciones como Amigarse, en Santa Cruz, y se impulsa los programas de RSE de la Cámara Departamental de Exportadores de Cochabamba, pero el concepto no se masifica e ingresa apenas al imaginario colectivo. Es decir, tiene poco impacto social.
Precisamente para difundir más el concepto, la Coborse y Petrobras crearon el Premio Periodístico en RSE, que ya tiene dos años de vigencia. “Es un intento por masificar este concepto, para que la sociedad se lo apropie, como sucedió con el concepto del medio ambiente, que ya está en la cabeza de todo el mundo”, explica Bazán sobre este certamen.
Sin embargo, se llegó a un punto tal que no se registraron nuevos avances; es decir, se llegó a una cima, a un máximo, pues las empresas comenzaron a aplicar la RSE y en los talleres, según Bazán, “no podíamos seguir repitiendo lo mismo y lo mismo”.
Pero cuando parecía que la RSE había tocado fondo, el Estado comenzó a incorporarla en las políticas públicas, en especial en la exigente regulación del sector financiero.
Resurgió como política pública
El interés por la RSE renació en las empresas extractivas, de hidrocarburos y de la minería, en los últimos dos años. Pero no en la minería cooperativizada ni la local, sino en la de grandes capitales, como San Cristóbal, y de otros operadores extranjeros; resurgieron los fondos para la RSE en América Latina.
Pero lo que la Coborse no esperaba era que la RSE ingresara a la política pública. En efecto, el 19 de abril de 2013 la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) emitió el Reglamento de Resposabilidad Social Empresarial para las Entidades de Intermediación Financiera, que es un hito, porque la RSE fue incorporada a la política de Estado en un área de máxima regulación como el mercado financiero.
Esta norma define a la RSE como la “forma de gestión de la Entidad de Intermediación Financiera (EIF) orientada a actuar en beneficio de sus partes interesadas en cuanto a sus expectativas económicas, sociales y ambientales, construyendo el desarrollo sostenible en el marco del giro del negocio y actividades que realiza la EIF”.
Las partes interesadas o públicos de interés son los empleados, los proveedores, los accionistas y todas aquellas personas naturales o jurídicas interesadas en el desempeño social de la EIF. Además, la norma establece seis lineamientos de RSE que las entidades deben observar: rendición de cuentas ante la sociedad en general; transparencia; comportamiento ético; respeto a los intereses de las partes interesadas; respeto a las leyes y respeto a los derechos humanos.
Las instituciones financieras, además, tienen que presentar un balance social, que refleje el cumplimiento de las metas de RSE. “Es un reglamento de vanguardia, bien hecho y se basa en la ISO 26.000. Obliga a todas las entidades de intermediación financiera reguladas por la ASFI a aplicar políticas, a gestionar la RSE y a ser evaluadas después”, explica Bazán.
El cumplimiento de la norma de RSE es habilitante para la entidad financiera, es decir, tiene que cumplirla para seguir en el negocio de intermediación.
La ASFI también emitirá en breve un reglamento mediante el cual se regula la función social –establecida en la Ley que regula a las entidades financieras, que complementará el reglamento sobre RSE.
“Esto es impresionante. Es un hito y es un sueño también, porque no se ha dado en el sector de la construcción ni de las telecomunicaciones, sino para el sector más regulado de Bolivia, el que sí o sí cumple la norma, que es el sector financiero”, dice Bazán.
Lo ideal, sin embargo, es que más empresas apliquen la RSE en el país. Lo que se precisa, por ejemplo, es que un banco promueva el desarrollo integral mediante la gestión de sus negocios, como la colocación de créditos productivos y para la vivienda social o que profundice la inclusión y la educación financiera, aunque finalmente no haga campañas. Ése es el desafío que viene para la RSE.
Texto y foto, Página Siete, 14 de mayo.