Hoy comienza en Glasgow la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, bajo la Presidencia del Reino Unido. Será un momento crucial para que el mundo acuerde medidas ambiciosas para prevenir el catastrófico calentamiento de nuestro planeta.
(Este artículo de opinión fue publicado inicialmente por el diario El Deber)
Glasgow es mi ciudad natal, y estoy muy orgulloso por eso. Durante la revolución industrial, Glasgow construía barcos, tenía muchas fábricas, y el comercio era pujante; pero también era una de las ciudades más contaminadas del mundo. Al cambiar su economía, ya no pudo sostener su posición como centro industrial y tuvo que hacer la transición hacia una ciudad de servicios, creatividad e innovación. Esto puede servir de inspiración para no aferrarnos a los modelos económicos de pasado.
A medida que los países siguen gestionando el impacto del Covid-19, también se enfrentan a una importante elección: Invertir en construir economías más sustentables o mantener las emisiones contaminantes. Bolivia también enfrenta esa disyuntiva: permanecer como una economía basada en los hidrocarburos o abrazar un futuro verde aprovechando su gran biodiversidad, sus recursos naturales y su posición ambiental estratégica en el mundo.
Para Bolivia también es importante reducir la deforestación, que aporta el 80% de sus emisiones junto con el sector agropecuario. En 2020, fue el tercer país en el mundo con mayor pérdida de bosque primario. Lo peor es que ello no representa una mejor calidad de vida para las personas en las áreas deforestadas, así que estamos frente a una situación “perder-perder”.
La economía de la biodiversidad: El Informe Dasgupta, encargado por el Tesoro del Reino Unido, sostiene que el pensamiento económico ha ignorado el funcionamiento de los ecosistemas. Plantea que la prosperidad a largo plazo depende de reequilibrar nuestra demanda de bienes y servicios de la naturaleza con su capacidad para suministrarlos.
Estoy convencido de que podemos encontrar puntos en común entre Bolivia y el Reino Unido en este campo. El concepto de respeto a la Madre Tierra y el razonamiento en el informe Dasgupta se inician en puntos diferentes, pero llegan a la misma conclusión: No podemos seguir aprovechándonos de la naturaleza y esperar que ella continúe dándonos indefinidamente.
En agosto de este año nos visitó el presidente designado de la COP26, Alok Sharma, quien se reunió con el Presidente Luis Arce. Emitieron un comunicado conjunto reafirmando el compromiso de fortalecer la cooperación entre Bolivia y el Reino Unido para abordar las causas y efectos adversos del cambio climático. Me complace que Bolivia estará presente en la COP26 con una delegación de alto nivel encabezada por el presidente Arce.
Bolivia podría aspirar a ser el líder de la región en energía y crecimiento “verde”, ya que tiene gran potencial para generar energía renovable. Cada vez es más evidente que el crecimiento sostenible no solo es un asunto ambiental y climático, sino también económico. Estas son, precisamente, las conclusiones de un estudio encomendado por la Embajada a la consultora especializada Turner & Townsend, y presentado recientemente al gobierno, en torno a la transición energética en Bolivia, donde también se describen los pilares para encarar dicha transición bajo un enfoque integral.
¿Cómo se financia esta transición? Una de las apuestas del Reino Unido son las finanzas sostenibles, que buscan reorientar los flujos de capital hacia la inversión sustentable. Nuestra Embajada realizó un proyecto con la Bolsa Boliviana de Valores, BID Invest y la entidad británica The Carbon Trust para desarrollar el “Libro Blanco de Bonos Verdes y Sociales”, que contiene insumos y lineamientos para avanzar en este tema.
En su reciente discurso ante la UNESCO, Alok Sharma enfatizó que el éxito o fracaso de nuestro futuro climático está en manos de los líderes del mundo reunidos en Glasgow, y les convocó a tomar acciones ambiciosas. Dicho sin rodeos, y en sus palabras, necesitamos que la energía del carbón sea historia, acelerar el impulso a los vehículos eléctricos, parar la deforestación y reducir las emisiones de metano.
Estoy complacido porque estamos avanzando hacia estas metas en Bolivia con el gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Por ejemplo, varias empresas bolivianas se han unido a la campaña “Race to Zero” para la reducción de emisiones, y esperamos muchas más.
Nuestro mandato como individuos, gobiernos y sociedad mundial es claro: escuchar a la ciencia, asumir responsabilidad y ser ambiciosos, audaces, y resolutivos en nuestra misión común de hacer frente al cambio climático.